martes, 16 de marzo de 2010

Hafsa bint al Hâyy ar Rakuniyya

Abu Ya'far ibn Said, al Maqqari, le escribió:
Señora cuyo nombre evito mencionar
y con solo aludirte me conformo,
no veo que se cumpla tu promesa
y temo que mi vida se termine,
mas no espero que seas para mí
en el día de la resurección.
¡Ah, si me vieras
cuando la noche deja que caiga su sombra!
Lloro de amor y de añoranza
cuando descansan las palomas;
quiero, con un amor
que alarga en el amante su deseo,
a una mujer llena de orgullo
que no responde a mi saludo.
si no has de concederme tus favores,
déjame descansar,
pues la desesperanza va a romper sus riendas.

Y ella responde:

Tu que reclamas ser el primero en el amor
y en la pasión de las mujeres,
tu pomea ha llegado
mas no me satisfacen tus palabras.
desesperar de conseguir al amado
¿romperá las riendas de quien reclama amor?
Completamente te equivocas,
y no te vale tu nobleza,
desde que estás en la carrera
te ha acompañado el éxito
hasta que has tropezado
y te avergüenza descubrir tu cansancio,
por Dios, en todo tiempo muestran
las nubes su llovizna y los azahares
abren a cada instante sus corolas (kimâma).
si conocieras mis razones
apartarías de mi la espada del reproche.

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